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Es imposible elegir cuál es la mejor película de la historia. Y no, no es porque los gustos son subjetivos. Eso de que de gustos no hay nada escrito es el mejor ejemplo de que los dichos populares también pueden estar increíblemente equivocados. Decir qué película es mejor no es imposible porque la calidad de algo sea subjetiva, sino porque las intenciones de cada obra son tan diferentes como sus formas. Un documental no busca lo mismo que un thriller, ni una comedia romántica lo mismo que un drama sobre el Holocausto.
Uno no puede valorar la calidad de una película por cosas que no pretende, no puede achacarle a un drama realista que es peor que 'El señor de los anillos' porque no tiene la capacidad de crear un mundo fantasioso como las adaptaciones de Peter Jackson de la obra de Tolkien. No le puedes pedir a una película de Kiarostami, con actores no profesionales, que las interpretaciones sean de Oscar. Tampoco le puedes exigir a una película europea el glamour de un clásico del Hollywood dorado, ni al Hollywood dorado el atrevimiento de una película del nuevo cine europeo. Todos entendemos, más o menos, esto. Sin embargo, si pusiésemos una tabla y empezásemos a nombrar la película que tiene más cualidades en cada apartado, la que gana el título de mejor película de la historia del cine por los puntos, hay un resultado claro.
Si alguien dijese cual es la película con mejor fotografía, con mejores diálogos, con mejor reparto y actuaciones, con mejor música, con más escenas sorprendentes, con más importancia popular e icónica... Si nos ponemos a evaluar cuál es la película que más brilla en todo lo que hace, esa es 'El padrino'. Por eso es tan habitual verla convertida en el lugar seguro de las respuestas a "mejor película de la historia". Una respuesta tan tópica que hasta en 'Barbie' se burlaban de ello, pero lo cierto es que más de medio siglo después la película de Francis Ford Coppola sigue siendo un monumento incontestable de calidad cinematográfica, y quizás el último gran brillo de clasicismo cinematográfico en Hollywood, revivido (irónicamente) a través de varias de las figuras que lo destruyeron a lo largo de los años 70.
Marlon Brando, Al Pacino, James Cann, Robert Duvall, Diane Keaton... Todos brillaron bajo las sombras creadas por la rompedora fotografía de Gordon Willis y bailaron al son de la eterna música de Nino Rota. 'El padrino' es el devenir de una escena mítica tras otra que cierra una película de dos horas y 45 minutos impecable. Una excepción a la regla esa que dice que nada es perfecto, que además por tener tiene hasta una secuela igual de buena.
Y diréis, qué demonios hace Fotogramas recomendando ahora 'El padrino'. Bueno, pues porque 'El padrino' está en Netflix y, seguramente, hay gente que todavía no la ha visto, o que hace mucho tiempo que no la ve. Y no, no se nos ocurría nada mejor que recomendarte ver en Netflix cuando no sepas que ver.

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática. Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes. Tras 8 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.