Comer es una necesidad, un placer… Y también (a su modo) un acto social. En torno a las mesas festejamos, recordamos y homenajeamos. Quedamos para cenar en nuestras primeras citas, para celebrar cumpleaños y ascensos, la llegada del año nuevo o despedir a ese amigo que se muda a otra ciudad. Comer siempre ha sido sinónimo de compartir, sobre todo si lo hacemos en un bar, donde además se convierte en un acto público, expuestos a miradas desconocidas.
O al menos así lo era hasta ahora.
Mesa para uno, por favor. Es muy sencillo. Llega con entrar en cualquier restaurante en hora punta y observar la sala: cada vez hay más gente comiendo sola. Y no por obligación o porque no tenga a nadie con quien compartir la cena. Al contrario. Lo hacemos por elección, para disfrutar de la soledad y de espaldas al estigma que hasta hace no tanto perseguía a quienes se sentaban solos en mesas que estaban pensadas precisamente para reunir a grandes grupos.
Cuestión de impresiones… y datos. Como ocurre con la mayoría de tendencias, hay estudios y porcentajes que nos ayudan a comprender mejor su alcance. Aunque encontrar un sitio para comer solo no siempre resulta sencillo, en EEUU OpenTable calcula que las reservas para un solo comensal se han disparado un 64% desde 2019. Es más, entre 2022 y 2023, Resy, otra plataforma de reservas neoyorquina, calcula que las solicitudes de este tipo se incrementaron un 21%.
Son porcentajes contundentes y no es descabellado pensar que se queden cortos. Al fin y al cabo tanto OpenTable como Resy registran solo a aquellos que reservan por adelantado, no a quienes se presentan en los locales sin haber llamado antes.
¿Hay más datos? Sí. Y aunque puede haber variaciones de un estudio a otro, la mayoría apuntan en la misma dirección. En 2024 OpenTable calculaba que las cenas en solitario en Reino Unido habían experimentado un aumento interanual del 14%, porcentaje que en el caso de Mánchester se estiraba hasta alcanzar el 23%.
Otros estudios hablan también de que el 'solo dining' ha ganado peso en Alemania y Japón o que el número de estadounidenses que reconocen haber comido solos recientemente ha crecido un 53% en apenas dos décadas, entre 2003 y 2023.
¿Y España? Hay algunos indicadores que sugieren que España no permanece ajena a esa tendencia. En 2022 Mapfre publicó un informe sobre alimentación en el que revelaba que, si bien la mayor parte de los españoles seguimos disfrutando de las comidas en familia, entre 2017 y 2022 el número de personas que se sientan a la mesa sin compañía, sobre todo durante los días laborales, aumentó un 5%. En 2020, en plena pandemia, TheFork percibía además que las reservas para una sola persona habían crecido un 4% en nuestro país. Eso sí, seguían siendo minoría.
En un intento por ir más allá en 2024 ReasonWhy hizo un sondeo entre varias cadenas de restaurantes con presencia en España que demostró que, al menos en parte de ellos, cada vez resulta más habitual ver clientes sin compañía. Bien porque son más o porque los que ya comían solos antes lo hacen ahora más a menudo. Alsea, detrás de Vips, Ginos o Foster´s Hollywood, precisa por ejemplo que el 7% de los clientes de Foster´s y el 18% de los de Vips comen sin nadie al lado.
¿Y cuál es el motivo? Lo correcto sería hablar de motivos, en plural. Al analizar la tendencia, tanto el sector como los analistas suelen coincidir en ciertos factores que han influido de forma clara en los clientes. Sobre todo hay dos: la pandemia, con sus restricciones y el miedo al contagio; y un cambio cultural que nos lleva a mirar con otros ojos a quienes se sientan en un restaurante sin compañía. "Que una persona fuese solitaria siempre ha estado mal visto, pero ahora ese tabú a exhibir soledad se ha roto", constata en El País José A. González, antropólogo.
"Era algo en crecimiento antes de la pandemia, pero ahora se ha afianzado porque nos hemos acostumbrado a estar solos", concuerda la chef Lola Marín. "Hace años, además, era impensable que una mujer fuese sola a comer o tomar un vino a una barra. Por suerte ahora es más habitual". Incluso en redes pueden encontrarse vídeos de gente que presume de eso mismo: de disfrutar de su cena en solitario.
¿Cuestión generacional? Hay quien cree que hay otro factor que ha influido tanto o más que el COVID: el cambio de mentalidad que acompaña a la generación Z y los millennials. Sea o no así lo cierto es que la tendencia llega acompañada de una transformación de la propia sociedad española, en la que cada vez resulta más habitual encontrarse con gente que vive sola. Si las previsiones del INE no fallan en 2039 habrá unos 7,7 millones de hogares unipersonales, el 33,5% del total.
Cuestión de soledad(es). Que normalicemos la soledad no significa sin embargo que toda la soledad sea igual ni todos sus efectos positivos. De hecho también acarrea ciertos desafíos, como recogía hace poco un artículo de The New York Times en el que se señala una relación curiosa: en EEUU el aumento de las personas que comen solas ha coincidido con un empeoramiento del índice de felicidad general del país. El motivo: no toda la soledad es deliberada.
El profesor de la Universidad de Oxford Jan-Emmanuel De Neve incluso va más allá y reflexiona sobre las implicaciones que puede tener un aislamiento excesivo. "Que estemos cada vez más aislados socialmente supone también que no ponemos a prueba nuestras ideas sobre el mundo con otras personas", anota. El resultado, en su opinión, es una amplificación de las cámaras de eco y la polarización.
Imagen | Ismail Hamzah (Unsplash)
En Xataka | Cada vez más bares españoles se niegan a que pagues en la mesa. Su objetivo es muy sencillo: mayor rotación
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9 comentarios
togepix
La explicación es más sencilla .
La gente va sola a comer o cenar , porque están solteros y no tienen ni put@ idea de lo que significa COCINAR . No saben ni hacer una pasta en blanco con atún .
Y como sea por día laborable , son trabajadores de toda la vida . No tiene más ciencia .
imf017
Aprovecho el artículo para decir que soy un hombre heterosexual soltero y busco pareja. Soy trabajador, responsable, hago las tareas del hogar y tengo buena conversación. Por si hay alguna interesada por aquí, jeje.
bocajarro
Mientras en Hungría , con las ayudas DE VERDAD a la maternidad, para la gente que TRABAJA, han dado la vuelta a la curva y se estiman en 250.000 niños más.
Mientras España esté en manos de la charocracia, no tenemos arreglo .
antoneo
A ver, creo que habrá de todo, desde los que no saben cocinar, a los que no les apetezca cocinar, a los que el unico rato para estar solos sea la hora de comer, al que no le quede otro remedio porque trabaja solo en la calle (pocos repartos de más de una persona veo yo), al que no le queda otra porque es asocial, al que le den miedo los germenes (dudo que esta gente vaya a un restaurante a comer pudiendo hacerlo en casa)...
Como decís en el articulo, en España esto es muy residual, porque en nuestra cultura, aunque no conozcas a un compañero de trabajo, si te dice de ir a comer, vas para conocerle mejor. Creo.
bernardo.ravinelli
Con respecto a la cita "Hace años, además, era impensable que una mujer fuese sola a comer o tomar un vino a una barra. Por suerte ahora es más habitual" a mi me gustaría saber en que forma considera la chef Lola lo bueno que resulta encontrar mas mujeres solas en bares y restaurantes. Si lo es por que tienen tendencias misantropas y, ademas, misandricas con lo cual no solo considera bueno que aumente el numero de hombres y mujeres consumiento a solas en bares y restaurantes y especificamente que sean mujeres las que acudan solas a sus locales por razones ideoógicas o que simplemente las mujeres solas consumen más comida y bebida que acompañadas y, por tanto, aumentan los beneficios de los locales que ella regenta.
adicionalmente por que el redactor ha elegido extraer esta cita en especifico del artítuculo del pais que referencia en ese mismo parrafo.
Llevo bastante tiempo filtrando cinica y conspicuamente la informacion que me llega, especialmente de medios tendenciosos como es este blog de opinion.
grebleips
Para disfrutar de la soledad uno se va a comer al monte o la playa en horas laborales.
El que va solo a comer a un restaurante está socializando y buscando comerse algo más que la comida, busca que alguien le vea.
Son gente despreciada que aún confía en que el destino les debe algo y que gracias a comportamientos sociales rutinarios lo logrará.
Los que somos auténticos misántropos no necesitamos que nos vean, podemos comer encima del fregadero o en cualquier lugar inhóspito.